lunes, 25 de septiembre de 2017

Una crónica que comienza

El Calafate, Santa Cruz


Amanece nublado y con el mismo viento de los últimos días golpeando en la ventana. Caliento agua para el café moviendo las cosas en silencio. De las tres puertas en línea sólo la mía está abierta. No logro recordar la hora a la que me pasan a buscar: las siete o las siete y media. 

Suena un despertador detrás de una de las puertas. Alguien lo apaga. Son las siete menos cinco. Me pongo la campera, agarro el bolso con la cámara y salgo a la calle.

Las siete y treinta y cinco. Nadie aparece. Empiezo a preocuparme por algún malentendido, pienso en la posibilidad de ir hasta la agencia de viajes que me vendió la excursión y camino hacia la esquina. El catamarán sale a las nueve y de acá al punto de salida, Puerto Bandera en el Lago Argentino, se tarda  más o menos una hora.

A las ocho menos cuarto un colectivo frena en la puerta de mi hotel levantando una nube de tierra en la que se distingue una persona con una planilla. Tengo que correr unos cien metros, mientras la persona de la planilla comienza a mirar para los costados buscando a su pasajero. Así empiezo mi día de visita al Glaciar Upsala y Bahía O Nelli.

Hay dos caminos que van para la zona a la que nos dirigimos, el más corto, la ruta 11 que bordea el Lago Argentino, está siendo asfaltado. La ruta 15 es algo más larga. Pasamos por la estancia Anita. El colectivo tuvo que tomar por un camino de tierra. 

Era el año 1999.

miércoles, 11 de enero de 2017

21 febrero 2006

no lo voy a decir
si no lo dices primero
si no es la visión
y el crédito
todos en todo momento de acuerdo
las órbitas de acuerdo saqué
y el tema del cielo saqué
inferior
cocina
y abrí una cerveza
saqué
otro cigarrillo
aburrimiento
mismo burro lo tiren
con cualquier tiempo nuevo

sonó
“¿quién es?”

período
de mi teoría

pestilencia,
otros dicen
burradas, Persia
tocaron el calor
el dia entero la pantalla
de humanidad inestables del siglo veinte.

(de la enfermedad del tiempo, martin amis.)


El aire está húmedo. Hace calor.
Son las cuatro y media de la tarde.
Un dia martes del mes de febrero.
La gente trabaja o duerme la siesta.
El vecino del fondo corta el pasto con una bordeadora
y el cielo se va llenando de nubes oscuras.
Dos flacos que salen del kiosco
le gritan ¡comprate una moto!
a otro que pasa en una moto
chiquita pero ruidosa.
En ese momento
es cuando pasan frente a la ventana
cuando gritan y desenvuelven
algo, un paquete de alfajor,
se ríen y siguen caminando.

lunes, 30 de enero de 2006

Era de noche,
la silueta de una rama
sin hojas resaltaba
entre la niebla,
y la lluvia,
aunque fina,
no paraba de caer.

Flotando en esta polenta gris
las cosas se movían
como si estuvieran remando.

En la esquina del parque
había un semáforo
que parecía un faro.

Los coches flotaban,
haciéndose señales con banderas
hasta encallar frente a la luz roja.
Después seguían,
hundiéndose
entre los perfiles fragmentados de las casas.

Detrás de su ventana alguien se sienta,
intenta acomodarse
y se vuelve a poner de pie.
No sabe cómo mierda hacer
para quedarse quieto
¿sobre que lado se apoya?
¿sobre qué lado se puede acostar?
Anota en su diario:
“dejo espacios en blanco rascados”

alla por el 2004

que muestra hoy, las consecuencias de una prolongada crisis
se contrajo a la mitad
su notable avance
posterior no alcanzó para recuperar esa caída
ni siquiera el nuevo auge
su aporte
absoluto volverá
este estancamiento
es por lo menos sorprendente y sus consecuencias
se agravan aún más si se lo compara con la evolución
el comportamiento negativo
refleja la situación de otras
el bajo
el reducido
y la escasa
gran cantidad.

en definitiva
exhibe ciertos núcleos dinámicos de dimensiones reducidas
y basados exclusivamente en la extracción del prolongado estancamiento
de la elevada presencia de un fenómeno conocido que se trata más adelante
se basa, en sustancia en su potencial latente
y en las aplicadas mucho tiempo
antes de que se comenzaran a cosechar sus frutos

se corre el riesgo de una quiebra

una primera explicación
las prolongadas, en busca de fomentar dicho progreso
y ahora que parece cerca de su saturación
han sido suprimidas aunque cabe dudar
en una perspectiva de largo plazo
sobre la posibillidad de tu suave nácar por la vertiente no.

Playa de banyalbufar

Las mujeres hablaban tranquilas a orillas del mar. Recostadas sobre una lengua de piedra como en un cuadro de Monet. Con gestos holgados, con la desemboltura de las mujeres que se sienten seguras de sí mismas, o que saben fingir y disimulan el miedo.

Parecían tres sirenas en su rato de descanso, con las tetas al aire y el mar ahí, el oleaje y brillos plateados de sol por todas partes. Una tenía puesto un sombrero que le tapaba los ojos, otra estaba con su hijito lleno de rulos como un querubin. Cada tanto se lo llevaba de la mano a dar un paseíto. Las otras permanecían charlando, como dije, sobre una lengua de piedra o un antiguo muelle.

Un hombre salió del mar con su snorkel y el cuerpo chorreando agua, en dirección a ellas, lleno de brillos, con una mano abierta en bandeja y un erizo negro azabache en el centro. Un brillante negro de púas, un signo de pregunta. Se acercó para que lo vieran y lo dejo a sus pies, sobre la piedra, frente a las mujeres sonrientes y el niño asombrado. “y después lo devuelven”, les aclaró, siempre muy cortés, dejando el erizo negro y desentendiéndose del asunto para ir a secarse.

Fines de Mayo del 2009

Los vecinos se despiertan
y hacen ruido
con los muebles sobre el techo.
Las golondrinas vuelan,
planean y pían
desde hace rato
de acá para allá
contra el cielo azul.
Estoy despierto
desde antes
de que amaneciera
mirando todo
con los ojos llenos de ardor.
El gato se despertó
cuando no había nadie
que hiciera ruidos,
salvo las estrellas,
y estuvo sentado
en silencio
un buen rato,
mirando el patio,
hasta que aparecieron
las mariposas de la noche
y se puso a cazarlas.
El cielo se fue aclarando
mientras que los últimos murciélagos,
perdidos,
enfilaban para el patio
con decisión
y de golpe daban un giro,
yo me cubría,
y ellos se alejaban
asustados.
Desde la calle se oyeron
los gritos de gente borracha,
volviendo de su sábado por la noche,
haciendo eco entre las casas,
como animales heridos.
Después los pájaros,
y ahora se oyen
los vecinos con ruido de platos,
empieza el día de los seres humanos.
El gato, Chet,
mira la escena con cara aburrida,
como si ya supiera lo que va a venir,
y enfila por el pasillo,
para echarse una siesta.

Caliento café
y cuando estoy revolviendo
con un tilín tilín
de la cucharita contra la taza,
el motor de la heladera se apaga
y recién ahí tomo consciencia
de ese ruido de turbina
que llevaba adentro de la cabeza,
es un descanso.
Entonces vuelvo a pensar
en el diamante negro lleno de púas,
y en cómo mi cabeza roe
y roe con un ruido de turbina
que ensordece y anestesia
ese horizonte de calma
y transparecnia
que sólo en el silencio
sin dientes
puedo apreciar.

Dos medusas violetas
y algo transparentes
flotan moviéndose
como si fuera nubes
a un metro
por debajo de la superficie.

OTOÑO






La pluma de una paloma
estaba tirada en el piso
 en el piso del patio
con un bloque de aire frío encima estaba caída
la pluma de una paloma





agua entre piedras


Miro el agua correr
Raíces barro
Yuyos piedras

Días
Varios días después
Reencuentro la calma
Frente a un charco azul
Junto a un acantilado

El viento
El sol
las nubes
la copa ondulante
salpicada de brillos
el sol ácido
derramándose sobre mi pierna
mi pierna cubierta
de escamas o lentejuelas
el sol reclama
asoma se pavonea
se rasca la tarde entera
mirando el nido
si si, asi sí.

Monadas

Me saludan sonrientes y nerviosos
Los sonrientes me paran por la calle
Los nerviosos me miran con curiosidad
Me preguntan cómo me fue
Si ya volví
Si esta vez me quedo
Si sigo siendo un animal carnívoro
yo que vos
me hubiera quedado
me dice un bicho raro

Tu Ristra

Tu tela se suelta de dedos
y flota fecunda
sobre sólo vientos y vientres.


Tu tela desborda su seda,
deshace tu trama,
y cuelga cogotes de hilos helados.


Mi meta, mi manto,
recibe rozando tu celda,
su cita de asalto.


Su sobre cargado de críos
despliega postales
rizando colinas colmadas de duelos.


Mi meta, mi manto,
derrapa cordura de brea
y vuelca prudencia patas arriba.


Por panza redonda remite,
al almíbar de sangre,
y al campo de hambre quemando la leche.


Por prisa presunta perecen,

las alas salando en el polen,

las atas al sudor del quieto.

una nube pasa

Sí sí, así,
Eso, claro,
Ahora sí.

¿Calentamiento global?


El sol se aleja
Una nube se posa
Las plantas bailan

El sol se aleja
La luz retumba
El sonido culebrea

El sol se aleja
En un tajo mastican
Se juntan migas

El sol se aleja
El cielo parpadea
La luna crece sola

Las moscas juegan
Me acarician las piernas
Leo a kerouac

Estira el tallo
En el cajón del patio
Persigue la luz

Miro alrededor
Para dejar de dudar
Y escribo “pasa”

Miro hacia arriba
Para olvidar el dolor,
La impotencia el rencor idiota
Y las estrellas me abrazan

Pasillo al fondo
Corazón de manzana
Gusano hambriento

Silueta de una llave.
Forma vacía.
Borde de luz.

En el piso fresco
Junto a la botella vacía
El Sutra del corazón

¿Cómo?
¿Cómo explicarlo?

Zumbido


Despierto con un zumbido en la cabeza. Sé que está en la cabeza porque me tapo los oídos con la punta de los dedos y el zumbido sigue ahí. Hago hipótesis, pienso en un pico de presión, en un derrame cerebral, en que alguien nos ataca, a la humanidad, aprovecha que son las tres de la mañana y nos fríe el cerebro mientras dormimos. También pienso en la luna, casi llena, la veo a través de las rejas, parado en la cocina, a oscuras, rodeado de aire frío.

El Principito

Paleaba la tierra
Pero miraba la pala
El bloque agujereado
Las lombrices colgando
Una costra de pasto cortado 
húmeda y pudriéndose.

Miraba la pala
El mango embarrado
Los bichos bolita
El espacio abriéndose hacia abajo,
Pensaba.
Y Miraba la pala
Y me acordé del principito
Y de mis ganas de volar
Haciendo un pozo.

Podría decir que pasé los cuarenta

Pero no viene al caso.

10 /10 /2016