miércoles, 7 de noviembre de 2018

Suficiente



Legamos lechos para que los demás descansen,
se agiten mantas, se cubran serenos
del polvo, del viento,  herederos,
del aire la era la ciega capa,
el filo de niebla que atraviesa cerebros,
veladores del cielo, navegantes y hacheros,
buscadores de sobras con lupa,
adoradores del fuego.

Del óxido herreros legamos lechos
para que se asienten cencerros,
en la tibia huella y la astillada boca,
las copas de hojaldre nos celebran el pecho,
nos sacuden el día cuidadores del riesgo,
de la cama rozando la pared de la cueva,
de la luz proyectando la sombra del techo,
y queremos ser rescatados
ser sanos, sabios, ser santos.

¿Qué quisiste decir cuando dijiste
eso no es suficiente?

sábado, 20 de octubre de 2018

El doble




Miro desde atrás de mis ojos
los rostros que me hablan
mi boca que contesta
mis manos quietas
sobre mis piernas cruzadas
mi espalda encorvada
los gestos y los movimientos
mis pensamientos
los miro
desde atrás de mis ojos
todo es una vidriera
incluso mi ropa tiene un cartel
con el precio de oferta y cuelga
sobre el cuerpo rígido
de un maniquí sin cabeza.

Amoldate


a lo gratuito
a estar de más
a ser adornos 
de la desmesura
a andar con tacos
dando saltitos

Soltarlo todo



Ella mordía una manzana.
Él tocaba la palma de su mano.

Ellos reían sin parar.
Ella corría descalza sobre la arena.

Él soportaba el calor y el olor a transpiración
que a esa hora llenaba los colectivos.
Ella halagaba su peinado.

Ellos se besaban en la escalera mecánica del Corte Inglés.
Ella abrazaba a su perro y lo retaba por no quedarse quieto.

Él escupía mientras caminaba a su trabajo.
Ella fumaba escuchando los ruidos que venían de la calle.

Todos sabían.
Nadie hacía nada.
Él esperaba el momento de soltarlo todo.

Puré de papa y batata


 


Papá sabe decirme batata
¡Batata!  
me dice
¡Sos un batata!

Y yo le contesto
¡Hasta el infinito y más allá!

Entonces él me brota la cara
con su idea de entierro.


jueves, 18 de octubre de 2018

El otro lado del mar


 

Lámpara,
vaso de luz sin freno,
agua que sopla las sombras
alrededor de mi mesa,

humo y cáscaras de pintura,
humedad,
un busto póstumo hecho de plastilina,
papeles de la memoria perdida,
y sonidos que la calle rechaza sobre mi ventana.

Días provechosos.
Todo se queda en las palabras,
o,
mejor dicho,
en la asquerosa impotencia.

La rutina del trabajo.
Todo en la vida parece exigir paciencia.
Paciencia, algo ha de acontecer.
Sucederá.
Mientras tanto es necesario esperar,
mantener la calma.

Ámbitos existenciales: colina, bosque
y centro de manzana,
roces de luces por la avenida.
Galerías de poder hipnotizante.
El cuento que a todos nos gusta
antes de ir a la cama: mañana cambio. 

Salgo a la calle.
Hace frío y ya es de noche.
Nadie contesta al otro lado del mar.
Tiro unas piedras y me vuelvo casi decepcionado.

¿y que hace mi queja sino alterar
el sonido de este bosque mudo?

Aguardar el prado. La llanura ilustre.
La pendiente del día se llena de luces
y se cierra el cielo hasta mañana.
Me siento a esperar.
Algo sucederá pronto.
Pronto Pasará pronto.
Un bosque raquítico engorda las plazas.


alrededor de su balbuceo,
las hojas caídas.

Esto podría no estar sucediendo.
Hasta podrías cambiar de tono.

Una ventana no deja de golpearse.
Su sonido es un ala de cartón mojado.

Se fue haciendo de noche, comencé a notarlo,
pero me perdí ese punto en que oscuridad y luz se confunden,
ese eslabón de plata y diamante donde el cielo y la tierra se mastican.

Ahora es de noche y la luz
nos mantiene acá adentro,
en su laboratorio.

Esto podría no estar pasando.
Ni siquiera es así como sucede.
Hasta podrías cambiar de tono.

Junto a la ventana hay tres flores abiertas
llegando al punto de quebrarse.
Tres flores blancas y la chica
que se escondía acurrucada en el cajero automático,
con cara de vergüenza,
fumando descalza mientras se abrazaba las rodillas.

Tres flores blancas entré para sacar plata.
El olor era asqueroso.
Antes de mi hubo dos señoras que no se animaron.

Puse el código secreto y mientras la maquina contaba
la miré con vergüenza, le guiñé mi ojo nervioso,
un acto reflejo para escaparme y girar la cabeza
mientras ella sonreía cansada tan solo por un instante.

Por encima de las tres flores se mantienen en pie
otras dos que todavía no se abrieron.
Son dos muñones verdes.
Dos cohetes que apuntan al techo.
Estas flores se abren con una velocidad sorprendente,
aún así nos preguntamos si llegarán a hacerlo todas.

Les cambiaré el agua.
Las dejaré nuevamente junto a la ventana.
Veremos.

Los vidrios oscuros reflejan el interior de la casa.
Por detrás se asoman las ramas del limonero
movidas por el viento.

Hay música de gas, bailarinas de pastel
girando escondidas en el ojo de la cerradura,
sonriendo al ver lo que hay del otro lado de la puerta,
tapándose la boca, los colmillos, 
y esto quizás nunca pase,
ni acabe, ni un rastro,
ni siquiera cambiar el tono.
¿sería necesario?
¿es que hay algo que sea necesario?

Mañana miraré las flores cuando me levante.
Ese sería un final.
Las tres tal vez ya se hayan quebrado.
Las dos quizás nunca lleguen a abrirse.

Compraré nuevas cuando todo esto pase.
Volveré al cajero automático con un muñón verde en el ojo.
Dos cohetes que apunten al techo y la luz sobre las ventanas.

Los ojos de ella cuando busca un pincel en el tarro.
Un ala de cartón mojada.
Sus manos cuando entran entre las cosas.

En una fiesta



Estamos todos en una fiesta
Y nos planteamos cosas.

- Sucumbir al Tacto
- Desperdiciar el tiempo

Ella deja la marca de sus labios húmedos
en el borde azucarado de un trago
Y yo veo como la costra de pétalos,
del oleaje y su roce, nos marea.

Llamitas azules si, eso es,
de gas, eso te gusta,
pero mejor vámonos a la calle
a la calle, te digo,
a la puta calle, nos vamos,
que algo apesta,
que todo pesa,
que nada pasa,
que algo tiene prisa.

Liso


Liso



cuando como un soplo estéril
el aire te atraviese vivaz,
enhebre los edificios
y juegue con las pruebas
por los sótanos de tu cama.


cuando amarre el viento
su época en las ciudades,
santifique los campos,
descorra los gestos
grabados en las ventanas,
cerrojos de nadie,
y sea la llama que barra los parques,

LIMPIEZA y SALUD, las plazas,

CERTEZA. para todos.

Cuando se mueva al fin veloz,
el barro en el polvo,
libre del cuenco y la grieta,
melodía del aire curada su deuda,
saldados los años en el recio paisaje,
y liso,
bien listo para comenzar de nuevo,
para que se duerma la esfera
y se rompa de los miembros
la falta de alcance.