lunes, 31 de agosto de 2020

Comer

 


 

Mastico un huevo inclinado sobre el plato. No sé en qué pienso ni miro lo que tengo abajo. Mis hombros se contracturan.

Soy una especie de ser inclinado sobre su plato. Usando sus manos para llevarse la comida a la boca. Dos pinzas, dos patas, dos pezuñas.

Un ser que ingiere, procesa, asimila y desecha. Un transformador que produce energía para seguir en movimiento.

Por un error de cálculos también parezco tener cierta capacidad para observarme. Ahí empiezan los problemas.

Ya ni siquiera resisto haciendo trabajos manuales. Flota la cara confusa, deriva y esconde, fecunda, la mano en un cajón de su espalda.

lunes, 24 de agosto de 2020

Sereno el taxi



Que tiembla y tose

que muerde aguarda

transpira un ruido

un brillo rueda y desciende:

escalofrío metáfora.


Joroba de sal tu ensueño

respira poco aúlla

en la acidez cavila:

desequilíbrio metáfora.


Condensa el frío la escalera ósea

hacia el umbral del cráneo,

la nuca, o sea, el vaivén oculto,

el cesto de la mano apunta:

perturbado metáfora.


Acota ingenuidad define,

fragmentos del azar

en el devenir sensible

exploración violenta de las ideas,

a través del jardín de cosas,

las ideas y el transporte,

o sea:

la metáfora escalofrío.

Piedra

 

 

Salvajes enredaderas

Entre flacos relámpagos

Alguien se pone a escribir

Algo insólito

Soy de piedra

domingo, 23 de agosto de 2020

El MAgo y el Patas

El Mago y el Patas suben la escalera, pasan una puerta mosquitero de dos hojas y entran a la galería.
La galería es un rectángulo , tres paredes de madera y una con alambre mosquitero, la sensación de ser un lugar cerrado y protegido, y al mismo tiempo abierto, luminoso, a causa del alambre, con vistas al patio y mas allá la selva cerrada)
En una esquina está la bomba de agua, una manguera sale por un agujero en el piso y llega hasta el arroyo. La prueban, pero no funciona. Hay una mesa forrada de hule con flores estampadas, con agujeros y quemaduras de cigarrillo. Pasan otra puerta que da a la cocina. Prenden una de las hornallas del horno de hierro y ponen agua para el mate, El Mago muestra la casa, juega de local, alquila con unos compadres, “carnales”, dice El Mago desde que estuvo en México. La luz rebota en las plantas, cruza el mosquitero, y se tumba mansa sobre la mesa de la cocina y las camas, resbala suave y vegetal sobre las paredes y los pisos de madera. El Mago le acerca una mano a la cara del Patas y de atrás de la oreja le saca un porro, un porro finito y bien armado, un porro prolijo, “¿voy mejorando no?”, “¡¡ueeepaaaa!!”, es todo lo que tiene para decir El Patas mientras sonríe. Siguen con la recorrida para que El Patas se entere como funcionan las cosas. El baño con su inodoro y al lado un balde con soga para traer agua del río, dos habitaciones separadas por un pareo colgado con clavos, la cara de Marley estampada en el pareo.
El Patas siente que la casa entera es una planta ahuecada, una mezcla de enredadera y helecho, un hongo con partes resecas y oscuras pudriéndose junto a otras ramas carnosas hinchadas de savia y vigor.

Se sientan en la galería desde donde pueden ver el parque y el limonero, un paisaje cuadriculado detrás del alambre para los mosquitos. Esto desde adentro, vista desde afuera la galería es un jaulón y ellos dos unos pajarracos. El Mago saca un escarbadientes de plástico para limpiarse las uñas y con gesto de sobrado le pregunta “¿y? ¿Qué te parece?”.


- ¿Hasta cuándo la tenemos? –pregunta el Patas
- dos semanas –le contesta el Mago mirándose las uñas
- bien – dice El Patas y se queda mirando el hule y el patio, el hule y el patio.


El Patas se entretiene con las manchas. Un semicírculo desteñido de salsa de tomate. Un gotón verde de yerba con forma de cangrejo. Los pájaros parecen ponerse nerviosos a medida que va cayendo el sol. El Patas se moja el dedo con la punta de la lengua para después pasarlo por encima de un charquito seco de vino tinto. El Mago le vuelve a dejar un mate cerca de la mano, prende un cigarrillo, le da dos pitadas, lo apoya en un cenicero de plástico y se prende el porro.
Después de un rato de plantas, hule, manchas, mosquitero y faso, el Patas dice,

- Cuando la flora se excede es igual a la fauna
- Se sale de madre

El Patas le devuelve el mate. El Mago le pasa el porro que ya está casi vencido y se levanta para meterse en la pieza. Sale por debajo del pareo con un grabador. Pone un cassette de Bob Marley.

we are jamin,
i wanna jamin with you…
hope you like jamin too...

El Patas se acuerda de Bangkok, una noche, un 21 de diciembre, El Patas y el Mago caminan por las calles, el Patas se queda mirando la pierna estirada de un pibe que duerme en la vereda, la piel té con leche, un perro junto a los pies y otro en la cabecera, un cartel de cartón escrito en inglés ofrece pesarse por sólo 2 bath, una balanza de baño chata y blanca, la mente se le atasca en una rueda de gases calientes, los turistas pasean por la pasarela de Kao San Road, el chofer de un tuk tuk le muestra un folleto con chicas desnudas a un hombre que anda solo, se meten en una fiesta en la terraza de un bar, una cresta punk entre los inglecitos de camisita, vuelta al hotel por una calle angosta, un grupo de gente formando una hilera duerme en el piso cubiertos con mosquiteros. El Mago y el Patas se conocieron en Laos, en el hotel de un laosiano que había estudiado arquitectura en Cuba, después se fueron para Bangkok.