domingo, 13 de marzo de 2022

Aires

 

Yo corría tras tu vestido

que cordial flameaba

entre los cuernos

de un viento extraño.

 

Tu tela se soltaba de dedos

y flotaba fecunda

sobre sólo vientos y vientres.

 

Tu tela desbordaba su seda,

deshacía tu trama,

y colgaba monigotes

de hilos helados.

 

Mi meta, mi manto,

recibía rozando tu celda,

su cita de asalto.

 

Un sobre cargado de crías

desplegaba postales,

por debajo de la puerta,

lingotes rizando colinas

colmadas de huesos

supuraba mi meta, mi encanto,

derrapaba cordura y volcaba

patas arriba

al costado de la ruta.

 

Por panza redonda remitía

al almíbar de sangre,

y al campo de hambre

quemando la leche.

 

Por prisa presunta perecían,

las alas salando en el polen,

las atabas al sudor del quieto.

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