lunes, 14 de octubre de 2024
Pinturita
domingo, 1 de septiembre de 2024
uno del uno del veinte veintiuno
Fin de año. Nos acostamos antes de las doce y escuchamos los fuegos artificiales desde la cama…
El reflejo de los destellos contra las paredes...
Los destellos son como sonrisas distorsionadas...
Hay partes que se
conectan de manera artificial: la música fuerte y la gente de fiesta.
A la distancia la gente de fiesta parece como
un despilfarro de locura. Parece mentira. Todo parece mentira, máscara y
disfraz, a la distancia. Un gran decorado detrás del cual parece que no hay nada.
¿Por qué? ¿Por
qué nada? ¿Por qué parece?
Ahora el viento…
ahora los pájaros…ahora los autos que van y vienen.
Hay uno en
particular, uno blanco y nuevito, que va y viene incansable con un brazo
asomado a la ventana y la música al mango. Un auto blanco. Va y viene. Viene y va.
Imagen... tiempo...
espacio y movimiento. ¿Quién maneja? ¿Quién dobla la curva?
La máquina
cortadora de pasto de golpe se atora con una piedra.
miércoles, 13 de marzo de 2024
Desde lejos
Soy el niño que se perdió en la playa.
Me exhibe sobre sus hombros.
Soy su trofeo.
Peludas o peladas,
Se ponen de pie para aplaudirlo.
Plantado con sus cuatro patas
Sobre el lomo de un basural
A la nada
Habrás sanado”
Me susurran desde lejos.
Fiebre
que tiembla y tose
que muerde aguarda
transpira un ruido
un brillo
rueda y desciende,
escalofrío metáfora
joroba de sal tu ensueño
respira poco aúlla
en la acidez cavila
desequilíbrio metáfora
condensa el frío
la escalera ósea
hacia el umbral del cráneo,
la nuca,
o sea
el vaivén oculto
el cesto de la mano apunta
perturbado
metáfora
acota ingenuidad define,
fragmentos del azar
en el devenir sensible
exploración violenta de las ideas,
a través del jardín de cosas,
las ideas
y el transporte
o sea
la metáfora escalofrío
galopa a campo traviesa
jueves, 31 de marzo de 2022
Algo
Algo hermoso
y extraño.
No eso que
dicen en la radio,
De que hay
demoras,
Y heridos.
No, eso no.
En los principales accesos.
Algo sorprendente.
Agazapado.
lunes, 14 de marzo de 2022
Aires II
Y yo comía,
aceitunas,
Y yo Leía,
Y yo escribía,
Siempre yo,
Fumaba y tomaba,
Yo cerveza todo
frente a la semifinal de tenis
Y al mismo tiempo yo
Durante el cambio de saque,
Uno de los jugadores,
masticaba una banana,
Y pedía aserrín para sus manos
Y “está
dispuesto a dar pelea”,
decía el comentarista en la tele
frente a la cual rezaba
la cal su escama
su vientre de mimbre
pulida tu pulpa
a la cal oraba
frente al napalm su mimbre
de cráneo su culpa perdida
tu carta natal rastreaba
al ras su seda
su alfombra tendida
predicaba tu pulga
voraz la cal
su tul
su mano de esponja
y la yema en la llaga
pronunciaba espirales
de rabia sagaz
y dudas descalzas
y yo buscaba rastros
Gemelos
frapé
Tiernos
derivados
De
huevos diferentes
Gametos
los ofrecía
Los
guardaba
Los
volvía a ofrecer
Y no pasaba nada
Convocaba Brotes
Gemación
Germen
de mi pausa
Y
Soma
¡taxia taxia taxia!
Galopaba
a gritos
¡En la dirección de la excitación!
Me
decía:
¡Quiebra tu colina!
¡carroza!
¡Zángano sin celda!
¡tu caída en la distancia!
¡Seas fósil así marcas en la piedra tu pereza!
¡Tu inclinación en la sombra!
Respondía.
Y
vos te creías que eras
alguien
Que tomabas decisiones
Que tenías sentimientos
En cambio yo,
mirá por dónde andaba,
¿A que no ves nada?,
Me decía yo andando.
domingo, 13 de marzo de 2022
Aires
Yo corría tras tu vestido
que cordial flameaba
entre los cuernos
de un viento extraño.
Tu tela
se soltaba de dedos
y flotaba
fecunda
sobre
sólo vientos y vientres.
Tu tela
desbordaba su seda,
deshacía
tu trama,
y colgaba
monigotes
de hilos
helados.
Mi meta,
mi manto,
recibía
rozando tu celda,
su cita
de asalto.
Un sobre
cargado de crías
desplegaba
postales,
por
debajo de la puerta,
lingotes
rizando colinas
colmadas
de huesos
supuraba
mi meta, mi encanto,
derrapaba
cordura y volcaba
patas
arriba
al
costado de la ruta.
Por
panza redonda remitía
al almíbar
de sangre,
y al
campo de hambre
quemando
la leche.
Por
prisa presunta perecían,
las alas
salando en el polen,
las atabas
al sudor del quieto.
miércoles, 28 de julio de 2021
Los adultos
Olor a leña quemada,puentes despedazadosy un pibito en la otra fila de asientosque no tendrá más de 7 u 8 añosme mira fijo como puteándome.
Sus padres duermeny él no se molesta por sonreír,por ser cordial,me desafía con su mirada,supongo que estará enojadocon los adultos y no lo culpo,
yo también estoy enojado
con los adultos
y por eso voy pelado y solo...
pasa el guarda que anuncia
con tu dibujo animado
sobre
el abismo de los techos
hembra
misteriosa que hacés
laberintos
con los paredones
tu
puerta es la raíz cuadrada
de
nuestro desconcierto
y entre
la luz y el fondo
iluminado
por estrellas
te
esperamos cada tarde
cada
uno
con su
pizarrón en la cara
para
que nos quites
el
miedo a la oscuridad
y nos escribas
una letra.
jueves, 22 de julio de 2021
Raro
Tanto esto
Cómo lo otro
Tanto tanto
Cómo diciendo
¿Qué tiene de raro?
Para transmitir
Este estado
Me despierto
Pensando
¡No puede ser!
lunes, 4 de enero de 2021
Enero
Lecturas: “Pero el ser hablante subsiste gracias a este filón de metáforas,
quiero decir que este es para él el pan y la levadura”. Reflexiones de recién despierto:
¿cómo? Lunes. Primer lunes del año. Ayer le decía que lo peor no es una catástrofe,
lo peor es siempre lo mismo. Como una imagen acústica que se mastica el ruido
del cepillo mientras Gilda barre serpentea. Los ecos que suben de la cocina
anuncian rimas y convenciones. El spray que mata a los mosquitos en aerosol nos
ilumina. Aquí se trata de acontecimientos en los márgenes del lenguaje. Como una
fila interminable de coches blancos que se movía a paso de tortuga por la
costanera del lago. ¿qué buscaban? ¿qué
deseaban? ¿Nada? ¿Moverse? Era domingo. Y había parado de llover. El movimiento
era como una necesidad gástrica. Así las cosas, ya no voy a volver a comer, se decía
y repetía, uno, nunca más. ¿hay acaso una razón mejor para escribir? Gilda
pinta flores con acuarela al otro lado de la mesa.
miércoles, 18 de noviembre de 2020
Barrilete de ausencia
Me despierto de madrugada
ladra un perro en la distancia
ladra una frase en mi cabeza:
"y un día
ya no nos vimos más"
no sé a qué se refiere
pero ladra.
Cómo se remonta una ausencia
me pregunto en la cama
miro el techo
escucho el perro que ladra
en qué viento se apoya
para subir.
martes, 29 de septiembre de 2020
Insignificantes
Por lo tanto la presencia
las
interpretaciones
esa
estructura
y esos
campos alambrados
De
ningún modo el orden
sus
variedades
en cada
una cada vez
y esas
hileras de postes
que
constituyen hablando
cuadriláteros
una
virtualidad
junto
con esos charcos
siempre
recubierta
por un
tema
una
problemática
esos
cardos
en suma
es decir
tanques
australianos
Una
sociedad que no sea
aún si
exprese esos campos
esa
sociedad tan sólo
no
significa por lo tanto
viernes, 25 de septiembre de 2020
El hombre más feliz del mundo
Por la tarde las golondrinas se persiguen. Una mosca zigzaguea frente a mis ojos cuando miro hacia afuera a través del ventanal. Detrás de los vidrios brota la Santa Rita apoyada sobre el limonero seco. Racimos de limones gordos cuelgan del árbol del vecino.
Un pájaro negro con una lombriz en el pico naranja se estaciona sobre la Santa Rita. Ladea la cabeza un par de veces, veo su ojo, ¿me está mirando? ¿Es eso un tordo? Desaparece tan rápido como llegó.
El viento suave mueve las plantas. A mis espaldas escucho las notas que ensaya mi hermano en la trompeta como escamas de metal. Me acuerdo de dos gitanos, que pescaban subidos a un barco pesquero amarrado en el puerto, el fin de semana pasado, con sus cadenas de oro alrededor del cuello y las muñecas, los brazos saliendo de la camiseta sin mangas, su aire de guapos, sus latas de cerveza y un jilguero en la jaula que dejaron apoyada hacia un costado.
“El
maestro no sabía nada más que esto: reirse. Un hombre así es raro en el mundo,
pero, después de todo, no deja rastro alguno.
El hombre perfecto carece de yo, el hombre inspirado no deja demasiadas huellas de su obra; el hombre santo deja influencias sin conseguir fama.”
(Chuang-tzu)
El motor de la heladera. El ruido de una sirena. Una piedra que trajimos del mar está apoyada sobre el piso junto a la puerta. El ruido de los coches. El gato duerme en el sillón. Un libro de Haikus, los esbozos de Kerouac, Chuang-tzu y sus obras completas, un pedazo de caña cortada para que sirva de pluma, la punta manchada con tinta china, hebras de té hinchadas en el fondo de un vaso, la voz de la vecina, cinco limones en una frutera, campanas de la iglesia, una flauta de caña, el graznido tristón de una gaviota, un anotador en blanco, una regla de La Caixa, muerte en Persia, la funda de una cámara de fotos, un cuello polar, un lápiz, los pasos del vecino en el techo, la voz de un chico, chillidos de golondrinas. Una tela bordada con flores de colores que mi hermano trajo de China cubre la mesa.
Pongo agua a calentar. Pasa un avión. Mi hermano aparece, se come el resto de un pan y vuelve a su trompeta.
Después aparece Chet. Me huele los dedos del pie y bosteza, se da unos lengüetazos, va hacia su plato, se lo queda mirando y vuelve al sillón en donde retoma la lengüeteada.
Camino a la biblioteca, hace un rato, me cruzo con el que fue mi jefe hace algunos años. Sonreímos, nos damos la mano. Le gusta la gente políticamente incorrecta, lo hace sentirse ¿amplio?, ¿superado?, no puedo explicarme de otra manera su actitud conmigo.
- ¿qué te paso?
Me lo quedo mirando en silencio. No sé qué contestar.
- Se te voló la cabeza –me dice con gesto paternal.
- Sí, se me voló la cabeza
- Bueno, no pasa nada, así se aprende –concluye cerrando el tema.
Le noto la cara hinchada, la papada. Me cuenta que aquel que tanto quería jubilarse finalmente lo hizo, y ahora anda algo arrepentido, no sabe qué hacer, y yo me acuerdo cómo criticaba su trabajo, y que me decía “al final te enganchan”.
Me cuenta que aquel otro tiene cáncer, “está vivo” dice, y me acuerdo cómo fumaba, que era bastante soberbio, le gustaba navegar, andaba siempre bronceado y tenía un niño pequeño rubio bien rubio.
Por su parte, mi ex jefe, ya tiene un niño y una niña, 2 y cuatro años. Me acuerdo que alguna vez intentó explicarme por qué se consideraba el hombre más feliz del mundo. Me pregunta en qué ando, invento un par de cosas y nos despedimos sonriendo. Ja. El hombre más feliz del mundo. ¿No te jode?
Ahora se oyen jilgueros o gorriones entre las plantas de los patios, ¿quién soy yo para andar tomando notas como un ladrón? ¿Quién soy yo para violar, violentar, voltear la intimidad de los seres y las cosas? ¿Quién para romper este silencio sagrado? Es como espiar, robar o quebrar un huevo para tirar la cáscara.
El tronco seco del limonero. Los nudos. Las moscas inquietas por encima de las hojas verdes. De las violetas sin flores. Las flores marchitas de un rayito de sol. El sol naranja del atardecer contra una medianera silenciosa. El vaivén de una rama. Los pies fríos. Las ojotas negras gastadas, con restos de espinas. El gusto amargo de la cerveza que cuando era chico no me gustaba. El catarro del tabaco en la garganta. Cuando era chico me daba asco tocar un cigarrillo con los dedos. Las manchas de la pintura descascarada. Mi gusto actual por lo viejo lo roto lo abandonado. ¿Actual? Mi falta de coraje para salir a la calle y encontrar un puto trabajo. ¿Coraje?
Las golondrinas parecen desesperadas con tanto cielo mientras atardece. En la cima del limonero seco el gato mueve la cola. Mis pensamientos parecen desesperados rebotando en un espacio sin límites a pesar del cráneo seco. El gato mueve la cola desde arriba como si estuviera saludando a los que miramos desde abajo.
Viéndolas de espaldas, mientras ellas miran las bandejas con cortes de carne, es evidente que son madre e hija – ¿o sería su abuela?-, la forma del cuerpo, la altura, sólo que la joven lleva el pelo a lo The Cure, a lo Tim Burton, y la vieja la cabeza como una avellana. Después se paran en la sección de fiambres, junto a ellas un viejo grandote, encorvado y con una joroba, ¿cómo podría explicar lo significativamente insignificantes que me resultan estos tres seres?
Palma de Mallorca.
30/04/2009